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- AVENTURAS MILITARES PARTE 4 (LA VISITA A SANCHEZ)
Posted by : Unknown
domingo, 3 de noviembre de 2013
Esperaba ansioso a las 11 de la noche en
aquella esquina, Sánchez había quedado que pasaría por mí después de que
quedamos por teléfono, yo acaba de salir de trabajar y las botas del trabajo me
lastimaban un poco, así más tarde llegó
el y enfiló hasta su casa, pasamos antes por unas cervezas y recargar gasolina
y así llegamos a su casa.
Se portó bastante amable, hasta eso y puso
un DVD en su Home Theater con música de los 80´S (mis favoritas), me senté en
un sillón individual mientras él se puso enfrente de mí, bebimos nuestras
cervezas, mientras platicábamos trivialidades, él del ejército y yo del
trabajo.
Iba ya por la cuarta cerveza y me empezaba
a sentir mareado, mal indicio si quería mantener mi superioridad frente al
sargento Sánchez.
-No vine a platicar, vine a coger cabrón,
así que ven a mamarme la verga, que sé que es lo que te encanta perrita.
Le solté de repente, y sin avisar, el trató
de ser sensual y se acercó a mí gateando lentamente como, la perrita que era y
le gustaba que lo trataran, pero mientras se me acercaba, una idea pasó mi
mente como en ráfaga, así que ya cuando estaba cerca de mí, lo pateé directo en
la cara con las botas de trabajo.
-Trae uno de tus uniformes, ¡Movido Cabrón!
Se paró a prisa mientras yo me partía de la
risa en silencio y escuchaba el sonido de un clóset de madera abriéndose y como
rebuscaba entre la ropa, me lo trajo y me lo extendió.
-Ahora mira, como me visto cabrón
Le hablé en masculino, porque odio tratar a
los hombres en femenino, (lo hacía de repente sólo porque sabía que le gustaba
pero no era algo que me gustara hacer).
Empecé por quitarme mi ropa, primero el
jean, y después la camisa, quedando sólo en un ajustado bóxer negro de Calvin
Klein (mis favoritos), había una diferencia entre su cuerpo y el mío pero eso
sólo hacía más sensual mi vestimenta, y así quede frente a él con un ajustado
pantalón militar desabrochado, la casa sin playera abajo igualmente
desabrochada y la gorra militar.
Mis botas de trabajo iban ad hoc con el
uniforme así la imagen era tan sensual que hasta a mí me excitó al verme
vestido como militar, volví a sentarme en el sillón individual abriendo mis
piernas, para que mi verga palpitara
dentro de ese ajustado bóxer negro.
-Ahora, sí, ven a mamar cabrón.
Se acercó gateando, y con sus manos hizo
abajo el bóxer, mi verga saltó dándole en la cara, y después el mismo la tomó
dándose unos golpes en la cara usando mi verga como macana, empezó por lamer mi
glande en círculos llenos de saliva, extendiéndolos y bajando lentamente por el
cuerpo hasta devorarla completamente.
Escuchaba sus arcadas y veía como las
lágrimas escurrían de su rostro, pero él seguía aplicado a la faena, subiendo y
bajando por mi verga, enterrándosela completamente en la garganta para sacarla
toda y volver a empezar, de vez en cuando se metía mis huevos en la boca y les
daba lametones.
Me paré entonces de repente y con mis botas
lo pisoteé en la espalda haciendo que se cayera sobre la alfombra, mientras
soltaba una carcajada.
-Desvístete cabrón, que ahora vas a saber
lo que es una buena verga.
Le grité y él lo hizo a toda prisa,
mientras yo me volvía a colocar en el sillón ahora con mis pantalones
militares hasta los tobillos y mientras
me colocaba el condón (habíamos pasado a comprar varios a la farmacia).
-Ahora súbete y ensártate, no cierres los
ojos que quiero ver tu cara de dolor cabrón.
No lo dilaté pero le di la opción de que se
ensartara a su ritmo y como un acto de gentileza me embadurné la verga de gel
lubricante, me obedeció completamente y así sentí como le iba partiendo sus
paredes anales con mi verga, sentía como apretaba ese culito de militar
entregado a mis deseos, y como gritaba de dolor y placer.
Hasta que sentí como sus nalgas repegaban
en mis piernas y sonreí satisfecho, comencé a levantarlo haciéndolo subir y
bajar, lentamente por mi verga mientras yo suspiraba ansioso, por lo rico que
apretaba su culito, pero él me sorprendió, subiendo y bajando por él mismo
ensartándose a su ritmo, casi salvaje, casi bestial.
Si seguía así pronto me iba a venir, así
que en un movimiento rápido lo tumbé sobre la alfombra, cayendo encima de él y
así subiendo sus piernas a mis hombros empecé a penetrarlo mientras yo gemía de
placer por lo apretado de ese culito.
-Ohhhhh sí, Mi Sargento Vega. Me dijo
Sánchez en un momento de su propio placer.
Mis gotas de sudor le caían sobre el pecho,
quería disfrutar más de ese culito, así que levantándolo me quedé tendido en la
alfombra para que el cabalgara a su gusto por toda la extensión de mi verga,
estaba a punto de venirme y lo obligue a parar.
Usé el uniforme para dominarlo en su
totalidad, me puse de pie y mi verga daba saltitos, mientras yo respiraba
agitadamente, concentrado en no venirme.
-Ahora, haz que me venga, usa tu imaginación
cabrón.
Le ordené mientras me subía los pantalones
y el bóxer sólo para darle otra patada esta vez en el pecho que lo hizo caerse
de espaldas.
Se incorporó y empezó una mamada deliciosa
(esa ya sin condón), mientras yo no reprimía mis gemidos.
-Así cabrón, que rico, ohhhhh sí
Se me escapaba sin querer, y cuando mi
cuerpo empezaba a tensarse para la inminente, se tragó todo mi semen
rápidamente para entonces darme la vuelta y empezar a lamer, justo encima de
donde empieza la raja de mi culo, lametones fuertes y precisos en ese huesito,
que mandaban oleadas de placer a todo mi cuerpo, como un orgasmo tras otro que
no sabía como pero me hacía estremecerme, mis piernas empezaron a temblar
haciéndome caer, mientras otros chorros de semen salían y me impactaban en la
cara y en el pecho, las piernas seguían temblando incontroladamente y mi
respiración agitada me llevaba al borde del placer total.
-Mastúrbate.
Le ordené mientras me recuperaba de ese
multi-orgasmo, si lo puedo llamar de alguna manera.
-De rodillas
Le volví a ordenar mientras se pajeaba con
fuerza, y cuando sentí que ya me podía parar, me subí los pantalones dejando mi
verga afuera, recordé como fue que lo abordé y entonces hice lo que creí
necesario para marcar territorio, me acerqué a él
-No dejes de masturbarte y chupa.
Empezó a chupar de mi verga y así, forzando
un poco al principio, pero que ahí estaban por esas cuatro cervezas el chorro
de orina empezó a salir bebió un poco pero se la saqué y empecé a mancharle la
cara de orina, misma que le escurría por el pecho.
-Ohhhhh sí …
Exclamó mientras el sargento Sánchez se
corría de manera abundante sobre la alfombra y mi orina le bañaba por completo.
Nos bañamos juntos, tomamos las cervezas
que nos faltaban y fuimos a dormir, al día siguiente me invitó a desayunar
menudo y me llevó a mi casa, prometiendo que pronto habría más encuentros como
ése.