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- AVENTURAS MILITARES FINAL PARTE 1 (TENIENTE ONOFRE)
Posted by : Unknown
domingo, 3 de noviembre de 2013
Había
pasado ya dos semanas desde el altercado con el Sargento Hernández, y había
tratado de comportarme aunque mis instintos de rebeldía se querían sobreponer,
pero esa mañana algo diferente sucedió, ya que después de terminar el desayuno,
nos llevaron a un pabellón diferente, concentrando a todos los batallones en el
pabellón y enfrente de un estrado uno de los altos mandos comenzó a darnos un
comunicado oral, donde se decía que uno de los soldados se habría quejado de
los malos tratos que estaban recibiendo en el adiestramiento, pero esto, lejos
de ayudar en algo obligó a los altos mandos a reiterar que se debía educar con
mano dura a los soldados, la siguiente semana habría inspección por parte de la
Secretaría de la Defensa Nacional para calificar el adiestramiento a los
soldados así que por esa semana enviaron un teniente por batallón a seguir de
cerca el adiestramiento.
No
tenía límites, mi ansia de ser rebelde y la oportunidad ahí estaba de dejar mal
parados a los sargentos, en sus caras se les notaba el nerviosismo y en secreto
nos amenazaron, para portarnos de la manera más correcta ante aquella figura
autoritaria que en nuestro caso tenía el cargo de teniente y se apellidaba
Onofre, un hombre de una edad que rondaría cerca de los 40 y pocos, no lo sé
muy bien, de rostro duro y que infundía bastante respeto, un cuerpo cincelado a
base de ejercicio, ese andar imponente de piel morena, piernas fuertes y una
herramienta que bien impresionaba por su grosor más que otra cosa.
Después
de la reunión fuimos enfilando al pabellón de adiestramiento, a paso redoblado
como ellos le llaman, y ahí comencé, a caminar simplemente, haciendo que los
que iban detrás de mí, perdieran el paso y se creara un caos total, cabe
destacar que desafiaba en muchos aspectos las normas, mientras que muchos
llevaban sus cuadernos bajo la playera o en una mochila “normal”, yo solía usar
una mochila de bebé, de un color azul eléctrico y tirantes verdes con un Tiger
y un Winnie Pooh estampados.
-¡ESE
DE LA PUTA MOCHILA DE BOB ESPONJA SALGA DE LA FILA! – Se escuchó la atronadora
voz del teniente Onofre que hasta entonces había permanecido callado.
Seguí
caminando, haciéndoles perder el ritmo, aún a sabiendas que ese grito era
dedicado para mí.
-¡TE
ESTOY HABLANDO PENDEJO DE LA MOCHILA RIDICULA! – Retonaba el grito de Onofre
tratando de humillar e imponer su mando.
Seguí
caminando y de reojo vi como Onofre se acercaba hasta estar al lado mío y me
jalaba con fuerza de la mochila sacándome de la fila, y ordenando un alto total
estando a unos 500 metros del pabellón de entrenamientos.
-TE
HACES PENDEJO O QUE CHINGA´OS – Me gritó Onofre – TE ESTOY GRITANDO IMBECIL, ¿O
ESTAS PUTO SORDO?-
Volteé
y lo miré directo a sus ojos duros de un color café claro, esbocé mi sonrisa
burlona y mis ojos de niño bueno y luego mirándolo retadoramente le dije:
-Pues
no me estaba hablando a mí teniente-
-¿Y
ACASO VES A OTRO PUTO CON UNA MOCHILA TAN RIDÍCULA DE BOB ESPONJA COMO LA TUYA?
-Mi
mochila no es de Bob esponja teniente, es de Winnie Pooh- le contesté con ojos
de inocencia y burlándome por dentro mientras todo el batallón se empezaba a
carcajear inevitablemente.
-
¡Y USTEDES DE QUE PUTAS SE RIEN! – Gritó Onofre mientras los sargentos daban la
orden de paso redoblado y yo me quedaba a solas con Onofre.
-
PATO REDOBLADO HASTA EL PABELLÓN- ordenó Onofre para mí (pato redoblado
consiste en ponerse en cuclillas y tomar tus tobillos con las manos y caminar
así) que de hecho vendría siendo una forma de humillación y mostrar su
superioridad a pesar de mi desafió.
-Te
voy a estar checando BOB- sentenció remarcando el BOB para demostrar que aunque
estuviera equivocado él tendría la razón.
Estábamos
desarmando las armas reglamentarias para darles una limpieza, y Onofre no se
despegaba de mi lado, observándome, marcándome, intimidándome, pero soy un
hombre que no admite errores, no fallé y como siempre fui de los primeros en
terminar con el arma asignada, se la entregué a Onofre con una sonrisa burlona
diciéndole prácticamente: GANÉ.
Pasamos
a los ejercicios de ceremonias, y Onofre me acomodó en la última fila y al
último lugar asegurándose que así no le
fregaría a la gente como lo hice por la mañana, Onofre daba las órdenes y me
obligaba a repetirlas una y otra vez,
-BOB
ASÍ NO SE HACE, ¿ESTAS PENDEJO O QUE?
-BOB
NO SIRVES PARA NADA PINCHE INUTIL.
-BOB
MEJOR AGARRA TU MOCHILITA Y VÉ CON TU MAMI- humillándome enfrente de todos, en realidad
pareciera que desde que cruzamos nuestras miradas nos hubiéramos dedicado la
guerra, al final ya hastiado le dije literalmente:
-SI
NO LE PARECE VÁYASE A LA VERGA Y SÁQUEME DE LA ALINEACIÓN-
Hubo
un enorme silencio en el pabellón, porque me había atrevido a encarar a un
teniente al que incluso los sargentos le tenían en exceso respeto, parecía que
la tensión podría cortarse con cuchillo con ese silencio, ahora iba otra
humillación para él, lo vi en sus ojos, vi que le estaba gustando el juego
hasta que supongo le cruzó un plan por la mente.
-¡FIRMES
YA ¡- Fue el grito que resonó después de ese terrible silencio, ordenó a los
sargentos que se largaran y empezó a dar un discurso acerca de obedecer a los
superiores, de aceptar derrotas y demás sandeces, mientras de vez en cuando
corregía a algunos en sus posturas, ya que Firmes militarmente es un estricto
código de vista al frente, manos a los costados, dedos alineados con la costura
del pantalón, pies juntos y derechos, espalda recta, etc.
Cuando
se hubo asegurado de que todos estaban en perfecto firmes y atemorizados, pasó
a mi lugar en la última fila, última posición, seguía con su discurso, pero
dándome vueltas, a sabiendas que no me podía mover y de acuerdo a su discurso
hasta me podría encarcelar si le desobedecía.
Sentía
su aliento en mi nuca y su imponente cuerpo rodeándome justo como un depredador
rodea a su presa amenazándola, de repente paró justo detrás de mí, pegándome
ese enorme bulto en la raja de mis nalgas,
humillándome y dio el golpe final
cuando se paró enfrente de mí y mirándome con ojos de victoria, levantó mi
gorra, la tiró al suelo y haciéndome una señal de cruz en la frente me dijo:
-Yo
te bautizo con el nombre de BOB.
Mandó
llamar a los sargentos y les ordenó que me llamaran Bob de ahora en adelante, y
en todo lo que hacía se empezaba a burlar de mí, la última victoria por mi
parte la obtuve cuando me puso al frente de la formación para trotar del
pabellón a los búnker para la clase teórica, sabía que yendo yo al frente, me
iban a meter presión, pero les mantuve el paso y todo pasó sin más precedentes.
Llegamos
a los búnker y me dijo el teniente:
-Bob,
a mi grupo- empezó a dar la clase hasta que llegó el “Casino” (en el militar,
son los lugares asignados para vender golosinas y donde tienen maquinitas
arcade, o en su defecto los vehículos encargados de vender golosinas), cada que
llegaba el Casino este gritaba si íbamos a comprar y los sargentos decidían si
nos dejaban comprar o no, en este caso Onofre dijo que sí, pero yo me quedé
sentado en el búnker. Onofre se me acercó y me dijo con voz normal y
conciliadora:
-¿Y
qué tú no vas a comprar nada Bob?
-No
traigo dinero -me apresuré a contestarle de mala gana
-Vente
entonces, que a mí esos cabrones me hacen los mandados- me dijo mientras me
encaminaba al Casino
-Escoge
lo que quieras – me dijo con ese tono de gente de poder
-No
quiero nada- le dije de mala gana
-Escoge
algo cabrón o te castigo, a mi estos culeros no me cobran nada- no quise
discutir más y pedí una coca-cola
-¿Sólo
eso?, que barato me saliste cabrón, escoge algo más, sin miedo- me dijo
mientras me abrazaba y les decía a los del casino:
-Este
es Bob.
Luego
todos se esparcieron a la sombra de los árboles en grupitos, ya que después de
comprar se les daban 10 minutos para consumir lo que hubieran comprado, Onofre
me llevó con él abajo del búnker y estando a solas me dijo:
-Tú
me caíste bien cabrón, tienes agallas, tú podrías con el paquete de un militar,
¿Por qué no te dedicas a esto?
-Porque
estoy estudiando.
-Aquí
también puedes estudiar cabrón y puedes ser un chingón, te espero el miércoles
a las doce de la tarde, llegas a vigilancia les dices que te lleven con el
teniente Onofre y te voy a proponer algo.
Después
de esa plática ya no hubo más malos tratos y el apodo de Bob, se quedó nada más
como un simple juego, pero me quedé con la intriga del miércoles, ya que no
sabía lo que me iba a decir…
Total
que dado el día me presenté tal y como me lo dijo, me condujeron a su oficina y
me hizo sentar, en unas cuantas preguntas indagó acerca de mi vida y pues lo
básico, que yo vivía sólo, que si estaba dando el servicio era por necesidad y
no por gusto, que estudios tenía y cosas por el estilo:
-Si
tanto te molesta, ¿Qué estarías dispuesto a hacer para ya no dar el servicio y
obtener tu cartilla?, yo tengo el poder necesario para hacer que a final del
año te den tu cartilla sin necesidad de asistir al adiestramiento, sabes que en
dos semanas llegan los de la SEDENA a hacer la inspección y entonces no podré
hacer nada por ti cabrón.
-Estoy
dispuesto a lo que sea teniente.
-¿En
serio?- me dijo con sonrisa burlona mientras se abría de piernas en su silla y
se ponía más cómodo.
-Soy
hombre de pocas palabras Bob, cierra la puerta, ven, dame unas mamadas y te
digo que es lo que vamos a hacer.
No
lo pensé demasiado ya que realmente necesitaba tiempo para otros proyectos, así
que cerré la puerta, y me hinqué, bajé lentamente su bragueta y empecé a
sobarle el paquete, por encima del calzoncillo blanco, él sólo me dejaba hacer,
sentía como iba engrosando ese trozo de carne de unos 17 cm pero en exceso
grueso, con unas venas que se le marcaban perfectamente y un glande rosa y
grande en forma de punta de lanza, le desabroché el cinturón y le bajé el
pantalón y los calzones hasta los tobillos para poder hacer mejor.
Le
daba caricias en sus piernas macizas y peludas sobre todo cerca de la ingle
mientras le empezaba a lamer sus huevos tan grandes y colgantes, metiéndolos
poco a poco en la boca sin prisa y sin lastimar, mientras que su glande
empezaba a gotear su lubricante natural que me empezaba a caer en la frente,
empecé a subir con mi lengua por el tronco hasta llegar a la cabeza, misma que
engullí golosamente , como un chupirul, y bajando a pequeñas tragaditas,
haciendo que su verga se enterrara cada vez más y más en mi boca, hasta que la
tuve toda adentro y que incluso me impedía respirar bien.
La
quijada me dolía por el inmenso grosor de su herramienta pero empecé a subir y
bajar con mi boca, sintiendo su agridulce néctar mezclándose con mi saliva
haciendo un néctar delicioso, me tomó por las orejas con delicadeza y el
teniente comenzó a marcar el ritmo de la mamada, mientras seguía acariciándole
esas piernas tan velludas con mucha delicadeza, hasta que sentí como se
tensaban sus músculos preparándose para una inminente eyaculación, me iba a
retirar, pero no me dejó, al contrario, imprimió bastante fuerza haciendo que
me tragara su herramienta completamente y por ende los trallazos de leche, que
impactaron en mi garaganta deslizándose y llenándome la boca.
El
teniente se paró de su silla y me miró satisfecho, eres buen mamador Bob, me
dijo mientras me daba palmaditas en la mejilla como un chiquillo.
-Se
ve que eres cabrón, estás dispuesto a todo y esto es lo que vamos a hacer…